Desde que uno ve la magistral portada de Zapata, con una visión de psicodelia aplicada al llano, ya se sabe que éste disco tiene potencial. Al leer lo que describe Simón Díaz sobre el contenido de la obra, se percibe la inocencia del concepto de la tonada, la improvisación inherente. Y al escucharlo, se completa el cuadro perfecto.
Album breve, con canciones muchas veces minimalistas (tan solo voz y algun instrumento, cuatro o guitarra, pocas veces con arpa y bajo), pero con un sonido primigenio comparable a aquellas canciones africanas que dieron origen al blues y el jazz, melodías nacidas del universo interno del ser humano.
Y es que éste disco es bueno de principio a fin. Hay canciones que, sin embargo, quisiera resaltar del resto, dada la calidad de cada una; "El Becerrito" (todo un clásico de Simón), "Guillermina", "Tonadas", "Canto de Ordeño", "Flor de Loto", "Cimarrón" y "El testamento de Judas".
Mis respetos, Tío Simón. Ya sabíamos que eres un genio.
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